POMPEYA ENCAPSULA EN EL TIEMPO

Por Julio Zamudio

El espacio de mi habitación es apenas mayor que la cama, un tocador sin espejo que sirve para colocar la televisión y la puerta del aún más diminuto baño. Mi maleta en el suelo.
El baño es tan pequeño que sin pararme de la taza del mismo puedo lavarme las manos e incluso desde mi posición podría bañarme sin problemas.
Bajo y desayuno un yogurt, galletas y una manzana, todo incluido en el precio de mi habitación en un hostal que aún conserva su belleza original a pesar del tiempo, muy cercano de la Estación Central en pleno corazón de Roma.
Puntual mi transporte llega  a las 6 de la mañana, para llevarme a un viaje de aquellos que me impactarían de por vida.

NUESTRO GRUPO DE TURISTAS
El costo del recorrido a Pompeya es de aproximadamente €100.00 euros, e incluye transportación de su hotel a la estación donde se reúne el grupo y salen en un autobús, paseo por Nápoles, el almuerzo y la visita guiada a Pompeya.
Nuestro pequeño grupo estaba compuesto por unas 15 personas, todas extranjeras, solo tuve breves conversaciones con una familia (padre, madre, dos hijos pequeños) de entusiastas estadounidenses que hicieron todo lo posible por destacarse del grupo, también un matrimonio joven de jordanos con quienes me toco compartir la mesa del almuerzo y platicar un poco (en inglés) con el esposo, ya que intuí que a la esposa no debía dirigirle la palabra ni la mirada (ella solo veía hacia abajo y tampoco hablo). Nuestra breve conversación fue amable y cordial, observaba que me sonreía cuando hablábamos del lugar donde estábamos y me comentó que estaban de luna de miel, sin embargo su cara se tornaba seria cuando los gringos hacían brindis y se dirigían al grupo haciendo inofensivas bromas (en su particular concurso de popularidad).
También había otra pareja (un poco mayor) de gringos, su lujosa vestimenta dejaba ver su posición económica, ellos no hicieron conversación con nadie, se sentaron a parte y se cambiaron de lugar en el autobús cuando estornude en el asiento atrás de ellos. Realmente la pasaron mal ya que la señora llevaba tacones y se cansó pronto al caminar por esas calles empedradas perdiéndose así (ambos) gran parte del recorrido.


UN POCO DE HISTORIA
Pompeya se ubica en la Campania italiana, cerca de Nápoles, se estima que esta ciudad ya existía en el siglo VIII a. C. como una colonia griega. Después de numerosas guerras finalmente en el año 80 a. C. Pompeya capituló ante Sila famoso general romano.
Esta ciudad tuvo gran auge económico ya que por su cercanía al mar, resultaba ser un puerto importante donde llegaba mercancía de todas partes del mundo que eran llevadas a Roma a través de la Vía Apia.
En el año 79 d. C. el volcán Vesubio hizo erupción en la madrugada del 24 de agosto mientras los pobladores dormían, la ciudad fue rápidamente sepultada por 7 metros de ceniza y olvidada por completo.

VUELVEN A ENCONTRAR A POMPEYA
Fue redescubierta en 1748 gracias al patrocinio del Rey Carlos III de España. Desde entonces y hasta la fecha ha sido excavada y revelando poco a poco números edificios intactos que aún conservan sus colores, murales y esculturas.

UNA GRAN CÁPSULA DEL TIEMPO
Pompeya no fue destruida por el volcán Vesubio, fue sepultada y con ella sus edificios, casas, foros, teatros y personas, aguardando pacientemente el paso de los siglos para nueva y literalmente surgir de entre las cenizas.
Todo está conservado tal y como era en su época de mayor esplendor, al caminar por sus calles es fácil observar, con un poco de imaginación, la vida cotidiana, el bullicio de compra y venta en el mercado, entrar a una fonda y casi oler los guisos, salir y  percibir el incienso en los templos, los carruajes y su escándalo en las calles empedradas; pasar por el prostíbulo y observar a las chicas ofrecer sus servicios en la calle, asomarse a las casas y saludar a los vecinos en sus bellos jardines, llegar al teatro que se encuentra en un lleno total o escuchar el rugir de un público enardecido coreando el nombre de su gladiador favorito para presenciar una lucha a muerte.
Todo está allí, los edificios, casas y templos, restos de frutos, vino, pescado y alimentos, los animales y las personas que nunca se fueron de su ciudad, como una gran capsula del tiempo que ha sido abierta hasta nuestros días.


 

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