TAPACHULA, CHIAPAS

 

Por Julio Zamudio

Aspectos del hotel en Tapachula.

Apenas salgo del aeropuerto y siento ese calorcito agradable de finales de marzo de este año 2011, Tapachula me recibió con una llovizna abundante durante mi viaje en taxi hasta el hotel, “se adelantaron las lluvias”, me comenta el joven chofer, aprovechando el clima para hacer un poco de conversación. Al conocer de donde venia (de Culiacán), me cuenta una anécdota que le pasó la noche anterior con una persona de Sinaloa quien lo contrata como chofer durante la madrugada, haciendo recorridos a cuanta cantina encontraron abierta y gastando a manos llenas, invitando a los parroquianos copas, pidiendo canción tras canción a los músicos que se encontraban y obsequiando grandes propinas a estos y a las señoritas meseras del lugar, en fin, una noche de derroche en todos los sentidos. Ya al final y casi para amanecer, nuestro joven chofer (quien se había mantenido sobrio y contemplativo toda la noche) ayuda a su cliente que se había quedado dormitando en una mesa vacía, lo lleva a su hotel y lo instala en la puerta de su cuarto, al pedirle el monto que habían acordado resulta que el cliente ya no tenia dinero y tampoco se acordaba de él y de ningún pacto previo, así que nuestro joven amigo no tuvo más remedio que regresar a su casa, cansado, desvelado, a punto de ser golpeado y sin un quinto en su bolsa.

Lo único que pude hacer fue recomendarle que tuviera cuidado con ese tipo de clientes y que pidiera por adelantado su cuota. Al bajarme de la unidad me extendió una tarjeta de presentación (hecha de manera casera) con su teléfono celular, pidiéndome que le llamara para mi regreso y que él me podría conseguir cualquier cosa que se me ofreciera, así que inmediatamente se pone a mis ordenes como guía de turista para conocer la región o para recomendarme donde comer y los mejores lugares para divertirse (el me acompañaría, por supuesto). Tome la tarjeta y le di las gracias, pensando que hay personas que no tienen remedio.

Palacio municipal. Plaza Miguel Hidalgo. Los panes del mercado. Un precio increíble.

Una vez que el botones me acompañaba a mi habitación, continua la llovizna ya más leve, pasamos por los patios del hotel que a través de un breve pasillo te conducen a las habitaciones, ahí percibo el aroma a tierra mojada, mezclada con el olor de una densa vegetación de plantas ornamentales como cuna de Moisés, aves del paraíso, bambú y helechos sobre una alfombra de pasto y árboles de mango y altos tabachines, donde la única intervención del hombre para el cuidado de estas plantas es la poda, ya que la naturaleza del lugar se encarga de fertilizarla con ese suelo negro rico en materia orgánica y las abundantes lluvias (Las precipitaciones pluviales oscilan de 2,300 hasta más de 3,900 mm).

Tapachula es una localidad cercana a la frontera con Guatemala en la Región del Soconusco. Se encuentra en la costa sur del estado de Chiapas, colinda al este  con Frontera Hidalgo, al norte con Motozintla y al sur con el Océano Pacifico.

Cuando viajas por cuestiones de trabajo y no por placer, es importante aprovechar el poco tiempo para conocer y llevarte al menos una impresión del lugar, así que aproveche esas pocas horas que me quedaban de mi primer día para inmediatamente visitar la plaza principal llamada Miguel Hidalgo y conocer el palacio municipal y el mercado, experiencia que siempre le dejará un buen recuerdo y un buen sabor de boca si usted es como yo y le gusta probar los bocadillos y platillos típicos de la región. Así que no dejé pasar la ocasión y empecé por una deliciosa nieve de garrafa de guanábana y mamey, caminando entre el nutrido número de transeúntes que esa noche de martes se encontraba en la plaza, tuve la oportunidad de probar unas ricas empanadas hechas con masa de plátano macho frita y rellenas con frijol o queso, además de  su delicioso sabor también me sorprendió su precio: $ 5.00 pesos por tres empanadas.

Durante mi recorrido por el mercado, pude ver (y sobre todo probar) nanches y ciruelas en almíbar, una gran variedad de pan recién hecho cuyos precios oscilaban en un peso por pieza hasta a tres los más caros. Pero mi gran hallazgo fueron los mango de la variedad Ataulfo al increíble precio de tres piezas por $ 5.00 pesos, los cuales estaban “en su punto”, así mismo bolsas de aproximadamente dos kilos con piezas de mango de la variedad Manila y el llamado “mango niño” al que personalmente llamo la mantequilla de mango a un costo de $ 10.00 la bolsa.

El paseo por el mercado de Tapachula es una actividad obligada, la cual debe ir acompañada con la conversación a los lugareños, mismos que se distinguen (como en todo los rincones de México) por ser personas amables, sencillas y dispuestas a orientar a cualquier paseante.

Tapachula es una ciudad pequeña (alrededor de 300 mil habitantes), cuyas actividades principales son la agricultura, ganadería, industria ligera y el comercio. Es una ciudad en crecimiento donde la modernidad ya la alcanzó, como lo atestiguan sus centros comerciales y sus nuevas colonias residenciales. Tapachula es apenas el lugar donde debe instalar su base, para de ahí salir a conocer las diferentes opciones que hay para visitar la zona, que en otra ocasión le compartiré.

Por cierto, cuando regrese el sábado al aeropuerto, pregunte por el joven chofer y me informaron que lo habían despedido ese mismo día. No creí en la historia que me contó a mi llegada y menos que el tipo era de Sinaloa, más bien pienso que es una historia inventada por él y dependiendo de la procedencia del cliente en turno, es el origen del tipo (parrandero) de la historia.

Nota de viaje: Recuerde empacar prudencia

Una breve charla a cambio de una gran sabiduría.
Colores de México. Centro de la ciudad. Parque Bicentenario.
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